viernes, 25 de febrero de 2011

HISTORIA DE NTRA. SRA. LA VIRGEN DE LA PEÑA.

En el año 1536 habitaba en esta Villa, hijo del maestro de obras D. Pedro Bernal Manrique, esposado con Dña. Asunción Alcántara y Torreras, y naturales de la población de Trujillo, un hijo mayor de edad también por nombre Pedro que, tomó estado de matrimonio en el 1573 con Dña. Catalina Linaire Sánchez, hija legítima de D. Juana Linaire Herrero y Dña. Pilar Sánchez Estévez; estos señores eran vendedores de hierro y naturales de Torrijos, provincia de Toledo, siendo familia de los padres de Santa Teresa de Jesús, que también estuvieron una temporada en ésta los padres de la Santa.
A su tiempo Dña. Catalina dio a luz un hermoso niño, al cual pusieron por nombre Juan. Dos años después dio a luz una hermosa niña, y pusieron por nombre Asunción. Ya en cierta edad les compró el padre dos corderillos, y así reunieron hasta seis, y los niños contaban la edad, uno doce años y la niña diez. Ya mayorcitos pasaban su ganado alrededor del castillo, y nadie podía pensar lo que pudo ocurrir en dicho sitio. Un día, siendo  fecha 30 de Mayo. Era domingo, día de la Santísima Trinidad, señalaba el sol el mediodía, estaban los dos hermanos en su juego, cuando de repente cruzó por medio de ellos una paloma tan hermosa que, se distinguía de las demás, ellos fueron tras ella para cogerla, lograron su deseo, paróse debajo de la torre donde estaba la reina celestial, ellos cogida la paloma, la besaban y acariciaban y en aquella dulzura que tenían quedaron absortos, y cuando despertaron de aquel extasis, para ellos eran dormidos, se culpaban el uno al otro por quedarse dormidos, se fue la paloma. Estos a la hora del medio día se fueron para su casa, y por todo el camino discutían lo antedicho, se lo dicen a sus padres y apenas escucharon lo que estos inocentes decían. Al día siguiente que era lunes 31 de Mayo, se fueron al mismo sitio, y sin acordarse de nada, ala misma hora pasó lo del día anterior, lo dicen a sus padres por segunda vez, y les dicen que a ese sitio no fueran más, que eso eran cosas de espanto, y que algo les podía ocurrir... Al día siguiente que era martes no fueron, pero el miércoles día dos de junio, sin acordarse de nada los niños y las alegrías para todos: Estando en sus cuidados del ganado y hora del mediodía, de repente oyeron una voz:  ¡Juan!... Ellos creyeron que era un amiguito, y miraban por todos sitios, y no veían a nadie, y sonó otra vez la voz tan dulce: ¡Juan!... Esta vez recordaron lo que sus padres dijeron, recogieron el ganado para venirse a casa, y con más fuerza sonó la voz que dijo: ¡Juan, mírame!... y volviendo la cara hacia donde sonó la voz, vio sobre el ventanal de la torre que estaba la paloma, y de repente se formó una aureola tan hermosa que, por sus colores tan bonitos quedaron extasiados, y de repente apareció una señora en medio y con el niño en brazos, y la paloma se posó en el pecho de esta celestial señora.
Estos niños viendo hermosura tal se postraron de rodillas y con palabras inocentes, le dice la niña a su hermano ¡Que señora tan hermosa!. El niño habló a la Señora: ¿Quién sois vos?, la Señora dijo: ¡Soy la Madre de Dios! Dice el niño ¿Qué deseáis de mi y de mi hermana? La Señora contestó: ¡Hablar con vosotros! La niña le dijo ¡Señora, se vaya a caer de lo alto de la torre! “No, hija, no; no he de caerme. Ahora ir a vuestra casa; contarles a vuestros padres lo que veis aquí, y que avisen a las autoridades todas del pueblo, y al padre sacerdote, y que vengan y me saquen de este lugar donde estoy escondida ya más de quinientos años! y dicho esto desapareció la visión.
Encaminándose los niños a su casa, tristes y pensativos, y viendo el padre lo suspensos que estaban, les preguntó que dijeran los motivos. Ellos confesaron lo ocurrido. El padre oyendo tales palabras a estos inocentes quedó aturdido, pero repuesto, dio cuenta al Padre sacerdote, y dando noticias a las autoridades y vecinos, se encaminó con los niños al castillo. El padre de los niños siendo maestro de obras, subió a lo alto del torreón, y los niños señalaban dónde vieron la visión, tocó, sonaba a hueco, dando golpes hasta romper la pared. El buen Pedro, vio lo que había dentro y con voz desentonada dijo: ¡Jesús, aquí está! Y cayó desmayado al suelo. Entonces el Padre sacerdote presentó la Santísima Virgen al pueblo, se postraron en tierra, y la saludaron con el Ave María y Salve. Dentro del hueco había, con la Santa Imagen de la Virgen, dos candelabros de plata de rara figura, dos reliquias figura de custodia, otra al parecer un copón, y otras alhajas y un tanto de riqueza, y el legajo sobre el historial de la Imagen. Quedó la Virgen con el nombre de “La Virgen de la Torre”. Salidos de aquel lugar la entregaron al niño Juan, y fue llevada a la Parroquia en brazos de dicho angelical niño. Al siguiente, fiesta del Santísimo Corpus Cristi, fue más solemnidad por la aparición de la Santísima Virgen. Esto sucedió el día 2 de Junio de 1586, a las doce del día, reinando nuestro monarca Felipe II. Estos datos fueron recopilados en el antiguo novenario carmelitano de la Virgen. Y esta es la historia de la Santísima Virgen, llamada antes Santa María de la Encarnación, aparecida en un ventanal que da a la espalda del Castillo de la Peña a los niños Juan y Asunción Bernal Linaire el 2 de Junio de 1586.
En el año 1656 se presentó en esta Villa el Hermano carmelita Diego de Jesús María y San Pablo, que labró la ermita-cueva para colocar dentro la milagrosa imagen, titulada desde entonces “Santa María de la Peña”.
Por acuerdo del Cabildo, 7 de septiembre de 1682, juramentado en voto, fue proclamada Patrona al día siguiente por el vecindario en la plaza de los Álamos, elección que confirmó por decreto de 6 de agosto de 1683 el entonces Obispo boletde málaga Fray Alonso de Santo Tomás.

Documentación recabada de los antiguos boletines de la Hermandad de Ntra. Sra. de la Peña.

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